Una de las preocupaciones de todo padre de familia es la salud y crecimiento de sus hijos, cuando están chiquitos deseamos verlos grandes, ir a la Escuela, la Universidad y que hayan coronado su carrera, pero cuando están grandes desearíamos que estuvieran chiquitos y recordamos aquellos bonitos momentos que pasamos con nuestros hijos, pero para tener lindos recuerdos debemos aprovechar cada una de las etapas de su vida, porque son únicas y no volverán jamás.
El Señor Jesucristo nos dijo que dejemos que los niños se acerquen a Él, que no les impidamos el venir al Templo, el participar de las actividades que celebramos en la iglesia, es más, cada padre también debe involucrarse en las mismas para hacerle sentir a su niño o niña cuán importante es para su vida, porque cuando participamos en su mundo, ellos entran al nuestro, amándonos y deseando ser como nosotros cuando sean grandes.
Los niños deben ser traídos a la iglesia, no solamente el día que los presentamos, sino todos los días que tenemos actividades espirituales, llevarlos a su área de educación espiritual según su edad como lo es el Ministerio Infantil, Exploradores, donde hay personas con buena disposición para apoyarle en la formación de su niño, así mismo a desarrollarse en su vida espiritual, permitiéndoles que crezcan en el conocimiento del Señor Jesucristo, para que cuando sean grandes vivan siempre para Él.
Amados por ninguna razón le impida a su niño venir a la iglesia, mucho menos a un joven, creyendo que le está disciplinando con lo que más le gusta, como una vez una persona me dijo, le he quitado a mi hijo lo que más le agrada: ser explorador, lamentablemente el muchacho se alejó de Dios, fue a las pandillas y hoy está en la cárcel; esa no es una manera de disciplinar a un niño o joven, sino de entregárselo a Satanás. La asistencia a la iglesia de su hijo y la suya no son negociables, porque se trata de su vida en el cielo o en el infierno.
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