En el capítulo de hoy se nos habla del propósito del ministerio de Jesús, el cual es el mismo que nosotros debemos continuar, llevando las buenas nuevas de salvación a toda persona que nos sea posible. Como iglesia, estamos haciendo muchos esfuerzos en cada uno de los ministerios, según el área que nos corresponde, para que más personas conozcan al Señor Jesucristo como su Salvador y tengan entrada a la vida eterna, pero es necesario que todos nos volvamos evangelizadores, motivando a cuantas personas podamos a venir a la iglesia y orando por aquellos que están atravesando alguna circunstancia difícil.
Jesús claramente expresó el propósito por el cual había venido al mundo: Restaurar la vida de todas aquellas personas que estaban perdidas, a quienes buscó, salvó y dio otra oportunidad, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido; entre eso perdido, lo encontró a usted y a mí; nos amó, perdono, borró todos nuestros pecados y nos declaró inocentes como si nunca hubiésemos hecho nada y esto mismo quiere hacer con todas aquellas personas que están cerca de usted, porque su misión es que sean salvos.
Hay millones de personas que están esclavizadas por el pecado a nuestro alrededor, muchos a quienes podemos ayudarles a cambiar su condición de vida, matrimonios en caos, hijos alejados de sus padres, esposos maltratando a sus esposas, e hijos y viceversa. Hay gente atada por los vicios, malos hábitos y cuantas cosas más podríamos mencionar, pero no importa decirlas, sino sacar a las personas de ese estado en el cual están, quizá usted mismo, mientras lee este boletín, está atrapado en algo que sabe que no es correcto y necesite ser libre de su cautiverio espiritual, emocional o cual fuere este, si ese es su caso, recuerde que Jesús tiene la medicina para su mal.
Amados en Cristo, todos podemos colaborar en invitar a una persona a la iglesia, en traer amigos y vecinos para que escuchen del amor de Dios y sean salvos de su condición; por lo tanto, hagámoslo, invitemos a cuantos podamos una y otra vez hasta que vengan y luego que hayan venido a la casa de Dios, sigamos motivándoles hasta que por convicción propia se vuelvan a Dios, porque conocerán la verdad y la verdad de Cristo los hará libres de su condición. La gente se lo agradecerá hasta la eternidad, porque gracias a su insistencia serán librados de eterna condenación, porque sin Jesús, el infierno será el destino final de cada persona que no le recibió como su Salvador.