Cuando Jesús expresó que los enfermos necesitan ir al médico estaba hablando de la enfermedad física y de médicos de profesión. Para ilustrar la enfermedad espiritual de una persona, él dijo: “Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos” (San Lucas 5: 31). Jesús jamás estuvo ni estará en contra de la ciencia médica, porque es el resultado de la sabiduría que Dios ha dado al ser humano; por ello, en muchos pasajes de la Biblia encontramos el uso de la medicina para ayudar a la salud y bienestar de las personas. La ciencia médica no había alcanzado el desarrollo que tiene en la actualidad, pero se hace sentir en la Biblia el uso de la misma; esto, en ningún momento le resta autoridad a la sanidad divina, por el contrario, le reafirma cuando el médico dice aquí solamente Dios puede ayudarle, y vaya que Dios lo hace.
En la Biblia encontramos muchos casos del uso de la medicina y la mención de médicos, por lo tanto, puedo decirles a los que me han consultado sobre este tema, que Dios en su abundante misericordia, nos brinda dos medios para recibir sanidad. Desde luego, todos debemos buscar la sanidad divina dándonos un tiempo prudencial de oración y espera en Dios, pero no pecamos al acudir a la ciencia médica, reconociendo que Dios la ha dejado con el propósito del bienestar físico del ser humano.
Les expresaré las palabras del apóstol Juan a su gran amigo Gallo: “Amado, yo deseo que tu seas prosperado en todas las cosas y que tengas salud, así como prospera tu alma”. De nada sirve la salud física si nuestra alma está seca, espiritualmente hablando. (3º Juan)
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