Viviendo en la verdad del evangelio

En el capítulo de hoy se nos habla de permanecer unidos a la vid verdadera, la cual es un símbolo de permanecer unidos a Dios Įpara tener vida, como los pámpanos o las ramas de un árbol tienen vida porque están unidos a la vid o tronco del árbol que le sustenta a través de la sabia, que es la sangre del árbol, la cual está cubierta por la corteza del mismo. Para decirlo en español, cuando usted corta un árbol, siempre sale agua, la cual está después de la cáscara, esa agua es la sangre del árbol y sin ella el árbol muere.

Para que nosotros tengamos vida, es necesario que la sangre de Cristo circule en nuestro interior (no literal) y eso sucede a través de la fe, cuando entregamos nuestra vida a Cristo, aquella sangre que fue derramada en la cruz del calvario es aplicada a nuestra vida y nos conecta con Dios, todo, por medio de la fe. El Espíritu Santo comienza a obrar en nuestro interior, acercándonos a Dios, llevándonos a una mejor relación con Él, y a un proceso de transformación interior, que luego es manifestado en nuestro exterior, cuando nuestro carácter es moldeado y transformado para volvernos mejores personas ante una sociedad contaminada.

Todos sabemos que El Señor Jesucristo es Dios eterno, que murió por amor a nosotros y nos manda que, así como Él nos amó, de la misma forma nosotros amemos a nuestro semejante, lo cual es un mandamiento directo para cada creyente evangélico que está tratando de vivir una vida de acuerdo con el propósito de Dios; por ello, el amor hacia el prójimo es un mandato del Señor Jesucristo para sus seguidores, para que marquemos la diferencia de nuestra vida cristiana, la cual consiste en tratar de hacer y vivir según la voluntad de Dios.

Amados hermanos, esforcémonos por manifestar nuestro amor a toda persona que nos rodea, particularmente a quienes están más necesitados del amor de Jesucristo, a quienes debemos motivarlos a venir a la iglesia y conozcan la verdad para que vivan en la perfecta voluntad del Señor, quien los ama y manifestó su amor al morir en la cruz y resucitar al tercer día, para nunca más conocer la muerte, ni tener relación con ella, porque Jesús está vivo y vive por los siglos de los siglos, dándonos la garantía de nuestra resurrección y vida eterna con Él.

Francisco Valdizón

Pastor General