Hemos terminado un año más, el cual nos deja gratos o ingratos recuerdos que de una manera directa o indirecta marcaron nuestra vida, dejándonos un aprendizaje de vida, porque siempre es importante encontrar el lado amable, aún a las cosas que no parecen serlo, pero que al final del día, se cumple la Palabra del Señor que nos dice: “y sabemos que a los que amamos a Dios, todas las cosas nos ayudan para bien…”, y cuando la Biblia dice todas, son todas, porque lo que no entendemos hoy, lo comprenderemos con el correr del tiempo, diciendo: “Dios sabe lo que hace”.
Todos los recuerdos de este año ya son parte de la historia de nuestra vida, pero también son fundamentos en nuestro proceso de aprendizaje que nos ayuda para saber dónde podemos afirmar nuestro pie, cada una de las experiencias que nos deja este año son un eslabón en nuestro peregrinaje a la vida eterna; por lo tanto, todo lo ocurrido valió la pena, ahora podemos ver las cosas desde otro ángulo; sabemos que Dios siempre está al cuidado de sus hijos, los que nos esforzamos por andar según su voluntad.
El año se fue y jamás volverá, nunca más viviremos en el, pero sí nos preparó para comenzar con nuevas expectativas el próximo año, las cuales deben motivarnos a hacer bien las cosas desde el inicio, trabajando fuertemente por ser personas distintas a lo que fuimos en este año, trabajar por tener una mejor comunión con el Dios y todas aquellas personas que nos rodean. Esforcémonos porque otros vean que somos gente diferente, somos la gente que representa a Jesucristo en la tierra.
Amados en Cristo, aprovecho este último párrafo para desafiarles a decir: jamás volveré a ser como antes; el próximo año seré otra persona, que ame a Dios, mi familia y mis pastores e iglesia; seré un siervo o sierva de Dios, diferente a lo que fui este año, seré una persona de bendición porque sé que Dios me bendecirá según sus promesas en su Palabra. Seré alguien que otros admiren y deseen ser como yo porque me prepararé, seré diferente y sé que con la ayuda de Dios puedo lograrlo, porque yo jamás volveré a ser igual, seré una mejor persona con la ayuda del Señor Jesucristo, mi Salvador.
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